
La historia y la forma en la que está contada transmite muchísimo, y llega a emocionar. Consigue la empatía del espectador y su identificación (obviamente, todavía mayor cuando se conoce una historia parecida a la de un personaje, o se atravesaron conflictos similares).
La dirección de la puesta original de Broadway fue de Michael Mayer, que marcó muchas pautas que después fueron tomadas en otras versiones.
Se trata de una obra que se explaya sobre la problemática adolescente, donde éstos se pueden ver reflejados sin duda en uno o más aspectos de la misma, a la vez que les otorga a los adultos una visión novedosa sobre ese mundo adolescente al que ellos también pertenecieron, y les ayuda a comprender (y recordar) las distintas situaciones que enfrentaron, y todo aquello que eso les producía.
Es 1891 en Alemania. Un mundo en el que los adultos son quienes controlan todo. Un grupo de adolescentes de un pequeño pueblo se enfrenta a algunas de las grandes preguntas que marcan la adolescencia: el sexo, el suicidio, los misterios de la pubertad y la interminable serie de cuestionamientos que comienzan a aflorar
Despertar de Primavera cuenta la historia de cómo intentan encontrar las respuestas, mientras intentan continuar con sus vidas dentro del colegio, y dentro de un mundo extremadamente hostil ante todos aquellos que se atreven a poner a prueba sus valores.
El musical se encuentra basado en el texto original, ya que la historia transcurre a través de escenas puramente de texto, y rompe con las convenciones tradicionales de los musicales, dado que los personajes no se cantan entre sí las canciones, sino que las canciones representan monólogos internos del elenco, por lo que cada canción cuenta una historia en particular y un estado de animo. Esta novedad, llevó a que al momento de su estreno en Broadway gran parte de la prensa titulase sus críticas con títulos tales como “Broadway no volverá a ser lo mismo”.
Está basada en la obra clásica de Frank Wedekind, pero no tan "libremente" basada: Los textos y el estilo del dramaturgo alemán se mantienen casi intactos. Steven Sater los articuló de forma perfecta, sostenidos en el libreto original, y escribió las letras de sus canciones como puentes en los que estos conflictuados personajes exteriorizan todo lo instalado en el fondo de sus sentimientos.
El género musical se encuentra en permanente evolución y transformación,y no tiene características absolutas, pero hay ciertas reglas y formas en su estructura dramática que se repiten, son efectivas y casi se convirtieron en ley.
A veces el miedo a no ir contra la corriente es lo que nos mantiene en la planicie constante, por eso es que esta obra se convirtió en tal hito: Toda la teoría de que "la norma no puede quebrarse" queda anulada con la aparición de "Despertar de primavera", ya que desde el principio rompe las reglas de todo musical en cuanto a estructura dramática; incluso actúa por oposición.
Si no estuviera tan bien logrado, estaría mal; pero el resultado es excelente. Es precisamente por eso que sus creadores serán recordados como referentes en la historia del género.
En Argentina, la obra se estrenó en el 2010, en el Teatro Astral, con Fernando Dente, Florencia Otero y Federico Salles en los roles protagónicos. Esta puesta estaba óptimamente dirigida por Ariel del Mastro.
Fuerte e intensa, genera una atmósfera angustiante, y estremece a quien la mira.

En cuanto a las traducciones y adaptaciones del musical original, Cris Morena fue más que hábil. Aunque algunas frases suenen raras al principio (cuesta un poco acostumbrarse a la neutralidad de acento), logró respetar la poesía de las letras y tomó la cadencia del texto original, para volverlo cantable. Lo irrespetuoso de las canciones contrasta con el lenguaje solemne del texto hablado, y eso se remarca más incluso con la utilización de expresiones coloquiales y lenguaje callejero sólo para esos momentos musicales.
La música (la banda es protagónica) y los potentes y enérgicos movimientos coreográficos diseñados por Gustavo Carrizo son la expresión calcada y extrema de la opresión y las emociones contenidas de esos adolescentes para los que herir es sinónimo de amar; para los que la libertad es sólo un anhelo.
De ahí que sea tan fácil para quienes la miran, construir un paralelo permanente entre los preceptos que defienden los chicos en la época de la acción y la época actual: Las preguntas no cambiaron, las dudas y anhelos siguen siendo los mismos.
La escenografía acompaña exquisitamente el ánimo y sentimientos de la obra, siendo tan dinámica y cambiante como firme.
Los juegos de luces y sombras no sólo nos ponen en ambiente, si no que nos muestran y esconden a los protagonistas de cada escena, generado el ambiente perfecto en cada canción y línea.
Pero lo que creo mejor de esta obra, son sus intérpretes. Hábiles en la palabra, en el canto y en el movimiento, desde el primero hasta el último son excelentes. Fernando Dente y Federico Salles conmueven y son sobresalientes en sus composiciones; al igual que Florencia Otero y Mariana Jacazzio. En el elenco cabe destacar también a los cantantes/coristas: Julián Rubino, Julieta Nair Calvo y Eliseo Barrionuevo.
Personalmente, no creo que sea una obra para preadolescentes, ni para fans alocados, ni para prejuiciosos. Es una obra para todas las edades, para abrir mentes y para conectarnos con aquellas incertidumbres primarias que a todos nos atravesaron -y atraviesan- en algún momento de la vida, para volver a sentirnos curiosos, a repreguntar y plantearnos los conceptos que nos regala. Para volver al estado de inocencia primario.
Fuentes:
https://www.youtube.com/watch?v=TO2p4QvEwuA
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