Ante la propuesta del EDI Taller 2 de escribir un relato autobiográfico sobre alguna experiencia significativa de nuestra propia biografía escolar, en un primer momento me costó mucho pensar en situaciones específicas de mi propia memoria escolar.
Me plantee hacer algunas anotaciones en una hoja cada vez que me acordara o se me viniera a la memoria alguna experiencia, y luego ver si desde allí podía encontrar la "huella" que me había dejado la misma. Resulta que, al contrario de lo que me esperaba al principio, la hoja del cuaderno estaba llena de anotaciones, y me costó mucho seleccionar una entre toda esa lista de experiencias que por algún motivo (positivo o negativo), me resultara significativa.
La experiencia que elijo compartir está dentro de la escasa lista de "negativas", sea porque no hubo muchas o porque mi memoria decidió priorizar los recuerdos positivos, y tiene lugar en un aula de primer grado, de escuela pública.
Cabe destacar que hasta entonces, mis experiencias educativas habían sido en Jardín privado, en salas con pocos niñes y con un nivel de atención docente y de acompañamiento bastante alto. Entrar a un primer grado con 20 niñes más fue todo un desafío, que hubiera podido cumplir sin problemas si no fuera por el "ogro" que me tocó de maestra: la señorita Selva.
Desde el primer día de primer grado, la señorita Selva se pasaba todo el día a los gritos, no nos dejaba hablar entre nosotres, ni siquiera en los momentos de desayuno. Se enojaba si no entendíamos la consigna a trabajar y dejaba "sin recreo" a quien no hubiera terminado la misma. En casa, mi familia no entendía por qué me preocupaba tanto hacer las tareas y me ponía tan nerviosa, o lloraba mucho si algo no me salía, hasta que ocurrió el episodio que les voy a relatar.
Resulta que una de las "tareas" del cuadernillo, era "llenar toda la hoja blanca de palitos como la i". No decía el modo en que había que hacerlo, ni el tamaño de los palitos, ni había renglones. Esta tarea me puso muy nerviosa, pero finalmente resolví hacer palitos uno al lado del otro, lo más parecidos entre sí que pudiera y completar así la hoja.
Al momento de mostrar las hojas, ante un silencio sepulcral, la señorita Selva paseó por las mesas elevando cada vez más la voz, y enojándose cada vez más porque "Nadie había comprendido lo que había que hacer". Cuando llegó a mi hoja, al grito de "Yo no sé si ustedes no entienden nada o les gusta hacerme enojar", la arrancó del cuaderno, la rompió en muchos pedacitos que me hizo levantar del piso e ir a tirar, para luego pedirme que me quedara parada al lado del tacho hasta que supiera qué había hecho mal. No recuerdo nada más de ese día, ni de la Señorita Selva.
De más está decir que esta experiencia marcó muchísimo ese momento en mi vida, porque pasaron 26 años y aún me acuerdo de toda la situación vívidamente. También cabe aclarar que mi familia siempre me escuchó y validó aquello que sentía ante esta docente, hubo reuniones pedidas por las familias de todo el grado y desde la institución resolvieron que continuara en el puesto otra docente.
Pensándolo desde mi presente, agradezco enormemente a esas familias que nos escucharon, y a la institución que finalmente pudo resolver que la señorita Selva tal vez no era la más apta para trabajar con niñes tan pequeños.
Pero también siento que esta experiencia marcó un precedente de todo aquello en lo que jamás me gustaría convertirme como docente: No quisiera nunca llegar a un momento en el que me encuentre sin herramientas, sin empatía, sin poder conectar con les niñes, sin ganas de revisar mi propia tarea, buscando aquello que pueda cambiar para generar aprendizajes cada vez más significativos para y con les niñes.
Y todo esto me llevó a pensar en la importancia de reflexionar sobre mi práctica todos los días. El saber que tengo los conocimientos, la capacidad y la reflexión necesarias, el apoyo sobre la didáctica y la pedagogía que tanto nos insisten en el profesorado, y que gracias a todo esto, me siento con las herramientas para poder sostener, acompañar y atravesar las diversas situaciones que se me presenten en la sala.
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ResponderEliminarHola Pau! Muy lindo leer tu blog, tenes una linda manera de expresar y relatar tus vivencias y sentires. También comparto con vos tus miradas y posturas, y espero que sigamos creciendo desde nuestro rol como docentes buscando siempre ser mejores, más empáticas, reflexivas, atentas y teniendo la intención de generar aprendizajes cada vez más significativos para y con los/as niños/as, como bien decís en una de tus reflexiones.
ResponderEliminarSeguí pisando así de fuerte que vas a dejar grandes huellas en la vida de los niños y las niñas.
Cariños!
Flor